Un taller para conservar mejor… y tirar menos

El proyecto SPRINT, cofinanciado por la Unión Europea, celebró el pasado 27 de noviembre el taller online “¿Mito o verdad? Descubre los secretos de la conservación de alimentos”, organizado por Innovasturias y Asincar, con la colaboración de Oviedo Emprende.

 



La sesión estuvo dirigida a personas consumidoras interesadas en aprender a conservar mejor sus alimentos, reducir el desperdicio en el hogar y, al mismo tiempo, ahorrar dinero.

La jornada contó con la participación de Sergio Serrano, técnico de desarrollo de producto en Asincar y con más de 20 años de experiencia en el sector agroalimentario, quien fue el encargado de ir desmontando mitos y ofreciendo pautas claras sobre el desperdicio alimentario en los hogares. Señaló que en España se desechan millones de kilos de comida al año, en su mayoría frutas, verduras, hortalizas y platos preparados. Además, explicó por qué se estropean los alimentos (factores en los que intervienen de manera determinante los microorganismos, la temperatura y el tiempo) y detalló cómo una conservación adecuada puede alargar su vida útil sin comprometer la seguridad alimentaria.

Uno de los bloques que generó más interés fue el dedicado a las fechas de consumo y caducidad, un aspecto que, mal entendido, provoca que se tire mucha comida perfectamente segura:

  • La fecha de caducidad se aplica a alimentos muy perecederos y marca el momento a partir del cual ya no se garantiza la seguridad del producto. La consigna es clara: no consumir tras esa fecha.
  • La fecha de consumo preferente indica hasta cuándo el alimento mantiene sus mejores propiedades de calidad (sabor, textura, aroma), pero puede seguir siendo seguro después, siempre que se haya conservado correctamente y el envase no esté dañado.

También se explicó el concepto, poco conocido, de “vida útil secundaria”: el tiempo que un alimento se mantiene seguro y en buenas condiciones una vez abierto o trasvasado a otro recipiente. Se ofrecieron ejemplos muy concretos, como el de las latas de atún grandes, que una vez abiertas deberían consumirse en pocos días y conservarse siempre en un envase limpio, cerrado y refrigerado.

 

Otro de los puntos fuertes del taller fue el uso correcto del frigorífico:

  • Distribución de alimentos por zonas de temperatura (superior, central, inferior y puerta).
  • Ubicación adecuada para carnes, pescados, sobras, huevos, lácteos, frutas y verduras.
  • Importancia de no sobrecargar la nevera, no introducir alimentos muy calientes y limpiar periódicamente cajones y estantes para evitar mohos y contaminaciones.

Serrano insistió en que la congelación es una herramienta infrautilizada en muchos hogares, a pesar de su enorme potencial para reducir el desperdicio:

  • Se pueden congelar muchos más alimentos de los que pensamos: frutas para batidos o repostería, verduras (idealmente escaldadas), pan, quesos duros, carnes, pescados, etc.
  • Es fundamental congelar cuando el alimento está en buen estado, no después de que “empiece a estar malo”.

Serrano también dio algunas recomendaciones clave:

  • Planificar qué se va a congelar al menos una o dos veces por semana.
  • Dividir en raciones individuales para facilitar el consumo posterior.
  • Enfriar bien los platos cocinados antes de meterlos en el congelador.
  • Etiquetar siempre (contenido, fecha de congelación y fecha de consumo orientativa).
  • No volver a congelar un alimento crudo que ya ha sido descongelado.

Asimismo, se abordaron los métodos seguros de descongelación (en nevera, en agua fría y, solo en casos puntuales, en microondas) y se recordaron los riesgos de descongelar a temperatura ambiente.

Más allá de la seguridad alimentaria, el taller puso el foco en las implicaciones económicas y ambientales del desperdicio:

  • Cada persona tira al año varios kilos de comida, lo que supone dinero directamente a la basura.
  • Desaprovechar alimentos implica también malgastar los recursos naturales y energéticos empleados en producirlos, transformarlos y transportarlos.

Se animó a las personas asistentes a aplicar pequeñas rutinas en su día a día, como el método FIFO (First In, First Out), lo primero que entra es lo primero que sale, la planificación de menús y listas de la compra, y el uso de herramientas como las envasadoras al vacío caseras para alargar la vida de los alimentos.

La sesión contó con una participación activa, con preguntas y ejemplos prácticos por parte de las personas asistentes, que reconocieron haber descubierto errores frecuentes en su forma de conservar los alimentos en casa y se mostraron motivadas para cambiar hábitos.

Como cierre, el equipo de SPRINT recordó que el próximo 16 de diciembre se celebrará un nuevo taller, esta vez centrado en casos prácticos por tipo de alimento y técnicas concretas para reducir el desperdicio en el hogar. A partir de enero, el ciclo continuará con formaciones dirigidas a la industria alimentaria.

 

Si quieres estar al tanto de los próximos talleres y recursos del proyecto SPRINT sobre reducción del desperdicio alimentario, permanece atento a nuestras comunicaciones en la web y redes sociales.

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